Liv Ullmann y Erland Josephson en Sarabande (2003) de Ingmar Bergmann.
Extractos del libro "Senderos" de Liv Ullmann, (Editorial Pomaire, Barcelona, 1976.):
"Tengo una foto de Ingmar en el colegio. Está sentado en el medio de una fila de niños de 13 años. Se aprecia su cutis lleno de granitos, su timidez y soledad, y su sensación de ser un extraño.
Una vez un rico productor nos invitó a cenar en Roma. Se suponía que eramos los únicos invitados, pero al cabo de media hora el apartamento estaba lleno de gente que deseaba ver a Ingmar de cerca. Entonces su cara tenía la misma expresión que en la fotografía. Con gran palidez en el rostro, le dijo al productor que se tenía que ir inmediatamente".
"Cuando él y Fellini se conocieron se trataron inmediatamente como hermanos. Se abrazaban y reían juntos como si hubieran vivido la misma vida. Por la noche, deambulaban por las calles abrazados. Fellini con una capa negra muy dramática. Ingmar con su boina y un viejo abrigo.
La cena en casa de Fellini, cuando Ingmar se sentó en un rincón con Giuletta Massina, esposa de Fellini, y ella perdió su timidez y se puso a cantarle: una voz alta, clara y como la de un niño".
"Ingmar y yo hicimos un pacto por el que me comprometía a aparecer en su funeral vestida con un traje largo negro. Hubiera preferido que fuera rojo. Y si él se hubiera casado con otra persona, yo me situaría en la parte de atrás de la iglesia cuando ya hubiera llegado toda la gente. Luego durante el panegírico me desmayaría y tendrían que sacarme en brazos."
"Ingmar está en Nueva York. Se le ve tan fuera de su ambiente aquí. Cuando uno lo conoce como lo conozco yo y le observa sin ser vista, lo ve irremediablemente vulnerable. En medio de la calle, rodeado del tráfico, de rascacielos amenazantes. Lejos de la tranquilidad y de la rutina de Faro y sus pacíficos paseos.
El siempre despierta a la madre que hay en mí. Como cuando tenía veinticinco años y no sabía nada de él.
Goethe decía que cuando el ego se enfrenta con un ser superior no le queda más que declararle amor. En mi caso no sucede así.
Ingmar en el vestíbulo del hotel Pierre, una sonrisa incierta en su boca cuando tras las reverencias se introduce en el ascensor...Un hombre al que amo , con la voz ahogada al hablarme, tratando de esconder las lágrimas que no quiere que yo vea."
"Ingmar habla de su madre. De su miedo de hacer algo mal cuando era pequeño. En una ocasión lo descubrió mojándose en los pantalones y le obligó a ponerse el vestido rojo de su hermana y salir así a la calle.
Los diarios de su madre reflejan la vida de una mujer distinta que la familia nunca conoció. Sólo después de su muerte supieron realmente cómo era, a través de esos diarios secretos.
Cuando agonizaba en cama, con tubos en la nariz, le dijo de pronto a Ingmar: 'Mi madre nunca me quiso'. Y lloró.
Una vez, que volvía de Noruega, Ingmar me recogió en el aeropuerto: 'Mamá ha muerto hoy'-me dijo- 'Ahora no tengo a nadie'.
Me di cuenta de que nunca podría abandonarlo, y de alguna manera no lo he hecho."
"Me encantan los primeros planos. Son para mí como un desafío. Cuando más cerca está la cámara, más ansiosa me siento por demostrar la complejidad de un rostro desnudo, mostrar qué es lo que se esconde detrás de la piel, de los ojos, dentro de la cabeza. Mostrar los pensamientos que se están formando. Trabajar con Ingmar es como hacer un viaje de descubrimiento en el interior de mi propio ser...Desechar la máscara y mostrar lo que hay detrás. La cámara me encuentra más al descubierto, más indefensa que el amante que cree haber leido mis pensamientos. Aun cuando me digo que estoy interpretando un personaje, no puedo esconder jamás lo que soy. El público en el momento de la identificación se encuentra con una persona, no con un personaje, ni con una actriz.
Es una revelación, un exponerse que va mucho más allá. Cuando la cámara se acerca tanto como lo hace la de Ingmar, no sólo muestra un rostro, sino el tipo de vida que ha visto ese rostro. Pensamientos que están detrás de la frente, algo que el rostro no sabía de sí mismo, pero que el público verá y reconocerá. Para mí, hacer una película con Ingmar, es vivir esta experiencia. Me da un papel, y yo trato de crear un personaje, y él comprende quién es ella, inmediatamente. Ese es su genio: la identificación, el reconocimiento, su ojo fantástico y su oído."
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