Tal día como hoy, 18 de septiembre, hace un siglo y dos años más, nacía Greta Garbo, la única mujer que ha desafiado la leyenda de Helena como la mujer más bella de la historia...
También un día como hoy, pero hace 362 vueltas alrededor del sol, moría el poeta Francisco de Quevedo, que tanto reflexiono sobre la fugacidad del tiempo, la vida y la belleza.
No en la vida, como se ve en la foto, pero si en el cine, la belleza de Garbo sigue tan fresca como la de Helena. Es de las que, si no tienen la suerte de morir jóvenes y bellos como el Che, saben otra manera de eternizarse: retirarse en la gloria de su belleza, lección que nunca aprenden los políticos que fueron bellos, como Fidel, cuyo divino perfil de juventud hemos olvidado, asistiendo a su pública y patética decrepitud que mata toda leyenda y todo mito.
Dicen que la bella Greta debía en parte su belleza a que no tenia muchas letras en la cabeza. De haber, por imposible, leido castellano seguramente la hubieran fascinado los sonetos de Quevedo...
Conmemoremos a estos dos tocados por la belleza eterna, no la fugaz.
!Fue sueño ayer mañana será tierra!
!Poco antes, nada; y poco después, humo!
!Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!
Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa soy peligro sumo
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo, que me entierra.
Ya no es ayer; mañana no ha llegado;
hoy pasa, y es, y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.
Azadas son la hora y el momento,
que, a jornal de mi pena y mi cuidado,
causa en mi vivir mi monumento.
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Vivir es caminar breve jornada
y muerte viva es, Lico, nuestra vida,
ayer al frágil cuerpo amanecida,
cada instante en el cuerpo sepultada;
nada, que, siendo es poco, y será nada
en poco tiempo que ambiciosa olvida,
pues de la vanidad mal persuadida,
anhela duración, tierra animada.
Llevada de engañoso pensamiento
y de esperanza burladora y ciega,
tropezará en el mismo monumento,
como el que divertido el mar navega,
y, sin moverse, vuela con el viento,
y antes que piensa en acercarse, llega.
****************************************Huye sin percibirse, lento, el día,
y la hora secreta y recatada
con silencio se acerca, y despreciada,
lleva tras si la edad lozana mia.
La vida nueva, que en niñez ardía,
la juventud robusta y engañada,
en el postrer invierno sepultada,
yace entre negra sombra y nieve fría.
No sentí resbalar mucho los años;
hoy los lloro pasados, y los veo
riendo de mis lágrimas y daños.
Mi penitencia debe a mi deseo,
pues me deben la vida mis engaños,
y espero el mal que paso y no le creo.
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